miércoles, 28 de noviembre de 2012

Breathe Me.



Extraño tanto besarla, nunca en mi vida había deseado tanto besar sus labios, mirar su boca, grabarme su imagen como el artista que retrata siempre a su musa única. Fingir que es una extraña, que no sé nada de ella, hacerla sentir como la madera consumida y vetusta de una biblioteca, que no siente, sin gracia alguna, sin relevancia más que la de sostener mis libros, me fundiría con ella si fuera cierto, y me pesan las lágrimas al pensar que eso siente, que no le hago sentir especial, que la veo llena de telarañas y libros viejos, una mujer sin luz. Cuando Paola le da brillo a mis sentimientos, besos en Perlas que me queman la piel. Me queman constantemente, cada vez que revivo sus labios recorriendo la esquina de mi cuello, pasando la curva de mi mandíbula, mientras cierro los ojos y veo su imagen traslucida entre caricias, junto a esa sensación de que el tiempo no existe y no importa el lugar si me tomas de la mano, si me dejas acariciarte el cabello. Abro mi boca e inhalo su pasión descontrolada,  exhalo inconformidad al saber que no es suficiente que jamás podrá ser suficiente, como esos suspiros a media noche cuando no me escribe y siento que dejo de existir, y esperanzo que escribiendo sobre ella seguirá siendo parte de mí, le seguiré perteneciendo. Y así entre gemidos callados la respiro a ella.