Eres tan narcisa que escribes y luego cuando te vas a leer, te lees y te relees y te acostumbras a tus errores".
Tú, tu perfecta y narcisa mariposa y la ignorancia que las sucumbe a ambas.
Yo no sé mucho sobre mariposas, pero sabía
que ella era realmente especial, cuando éramos orugas solía esconderme entre
las hojas verdes olivas y naranjas para verla jugar en el agua, ella nunca supo
que algún día volaría junto a mí, que yo estaba destinada a ella, o que ella
estaba destinada a mí, o que simplemente sucumbiríamos al destino y estaríamos
juntas en ese simple azul que nos esperaba. Un día deje de verla, tenía mucho
miedo de no verla más, de no saber por qué había castigado a mí existir con
tanta carencia de ella, me sentía realmente perdida, todo era oscuro
y vacío solo se escuchaba mi eco, y ella no me correspondía, ya no veía
al azul con emoción, solo lo veía como un augurio de ausencias. Amaneció y
finalmente yo me estiraba para entregarle mi alma al azul, volaba y me sentía
más libre que nunca, podía ir a donde quisiera, mis alas tenían un hermoso
verde oliva y seis auroras que formaban una flor azul turquesa con el corazón
naranja, era como recordar aquellos días cuando la veía entre las hojas e
imaginaba un día volar juntas en el azul infinito que se abría en ese entonces
con tanto anhelo, era ella en mi, hermosa entre las verdes hojas, amaba mis
alas, sentía que esa flor entre mis alas era ella, ella siempre iba conmigo. Y
así aleteó en el inmenso azul y fue eternamente feliz ignorando la maldición
que le acompañaba.