Siempre me pedí a mi misma ser paciente,
hasta que el silencio, y el sonido de un piano
en el fondo de la habitación me dijeran
que te merecías toda la amabilidad
que pudiese darte, por qué era
la tonta más tonta del lugar
y tu sin romperlo,
aún entre todas las perras
sostenías mi corazón.