viernes, 20 de septiembre de 2013

Siempre es tu nombre, ese es el problema.



  ¿Qué?

¿Qué quieres que te diga?

¿Que me importa una m*rda a quien besar desde que no te beso a ti?

¿Qué me resbala por completo a quien toquen mis manos después de haber perdido las tuyas? Pues bien, te lo digo. Te lo grito, si así te gusta más. Solo promete que me besarás al final. Sería dificil tenerte al frente ahora. O sería triste ver como nos ha llegado el final. 

 Qué más dará a quien mire sin mirar o toque sin realmente acariciar. Y tu suave piel, esa tan tediosa que siempre me llamaba a hacerle el amor.  Quisiera acariciarla con una rosa ahora. Nunca te di suficientes rosas.

Me rompiste el corazón, pero aún late, late con patadas en el pecho, y no hablo de la jodida y absurda expresión. Lo destrozaste, lo dejaste en manos de aves carroñeras, plantas carnívoras, y te largaste. Cómo voy a preocuparme ahora por sentir, por querer, por amar. 

Sigo, respiro, me mantengo viva, es todo lo que puedo hacer desde que te has ido. Poco me preocupa ya el dolor que puedan provocarme, incluso jugar a clavarme espinas me parecen caricias después de ti.

'Después de ti.'

Después de ti no hay nada más que recuerdos, recuerdos bonitos y recuerdos feos, recuerdos fugaces, y un modo automático de "no recordar", hay silencio, hay distancia, hay una jodida angustia que me mata el alma. Después de ti me limito a oir la vida, cuando antes la escuchaba. Me limito a sonreír cuando antes reía. ¿De verdad te parece real esta aparente felicidad? Mira, que te den Paola. Que te den todo lo que yo no pude darte, empezando por indiferencia y acabando por asco. Ojalá hubiese podido ofrecerte yo a ti eso,

y sin embargo, mira.

Este tonto corazón moribundo sin piernas ni brazos ni camino ni rumbo aún rebaña tu nombre, lo escribe, lo borra, lo lame, lo tacha.

Pero siempre es tu nombre. Ése es el problema.

Déjame que te diga, que lo único que echo aún más de menos que a ti, es a mí misma antes de conocerte. O cuando te estaba conociendo. Ahí sí sonreía, reía a bocanadas. Ahí si rezaba con manos y pies y pecho por tenerte el resto de mi vida cerca. Ahí estaba enamorada, pero de una pieza. Ahí éramos tú y yo y tú eras entonces todo cuanto yo quería querer, creía en ti, en tus sonrisas, en tus lágrimas, en tu frío y en tu miedo.

Y ahora mira qué desastre. Creo en eso pero creo en tu maldad también, en tu indiferencía, en tu asco de persona.

Yo, que no sé hacer otra cosa que hablar de amor, me has dejado sin la capacidad de hacerlo.

Me has dejado enamorada, si, pero en mil piezas.

y es una de ellas la que te habla. 
soy una monstruosidad.