permanece y se pierde de último.
Su maravilla, su imprudencia y su exigencia no respetan efemérides, motivos y/o enfermedades. Sufrir hasta lo insufrible y aferrarme a un amor por ella que la ve como el último oasis del mundo, que ya no cree en esa barajita. Trato de verla quedarse pero todos los días da un paso para hacerse lejana y borrosa, para conseguirla solo en el mercado de carne. Y yo dibujo su silueta en una pizarra con rastros de gis donde se nota mi trazo una y otra vez. Así es el amor, lo intenta hasta cuando lo hace mal, pero no descansa hasta que se le acaba la fuerza. Hasta me paro frente a mis debilidades como feligrés cumpliendo una peregrinación, buscando la satisfacción prometida y sabiendo que quererte es cuestión de fe.