Las hojas cambian de colores... comenzamos, terminamos y terminamos y terminamos de nuevo.
sábado, 7 de diciembre de 2013
Pensar en ti y sentir cuánto te amo y creer no hay mañana como en mi canción sonámbula. La ventaja es no saberlo porque me lo dirán los días y las veces que piense en tu rostro borroso que ahora sólo se convierte en la ansiosa desiderata que precede al olvido. Hay veces que no hacer es hacer y no estoy segura si esta vez esté en lo correcto, pero prefiero tomar ese riesgo porque de alguna forma u otra esto hace daño. Por tantos perdones y tantos ‘se acabó’, que al no acabarse son una burla incisiva, me alejo para trazar una línea recta de esas que marca el monitor Holter cuando el corazón deja de latir y cuya constante es el seguro infinito que se aleja del dinamismo agónico que nos mantenía vivas. Y si es cierto que te veo bailar en mi mente y sonreír y moverte, imaginándote conmigo en una paz que tanto buscamos pero que con dedos húmedos no pudimos mantener fuertemente en nuestras manos ¡Cómo te amo! Pero ya crecí y tengo a mi favor las penas del pasado, ya sé cómo es esto de parar y olvidar. Un día de estos, pasará. Ya sabía de nuestra fragilidad, tan altiva, tan sublime y tan bonita como un cristal que al caer deja astillas tan pequeñas que se escapan al orden y la limpieza de un sentimiento tan puro como este amor. Te lo regalaré todos los días que te recuerde, hasta cada piel que toque sabré que será un paso más lejos de ti, hasta que el mundo que gira contigo se suspenda. Hasta que realmente sepa lo que hoy creo, hasta que te tope de la mano con otra persona, hasta que de mis ideas desaparezcas. Pero hoy, aquí, ahora y aún te amo.