jueves, 29 de noviembre de 2012

Mariposeaba en mis aflicciones y solo quería detenerme en tu cama.

Y ese "agsss" que decía cada vez que estaba realmente molesta, era propicio de mi mamá.
Recuerdo ese día cuando esperé ansiosa todo el día por verte, finalmente salí de trabajar a encontrarme contigo, tú estabas molesta pero igual habías cedido a verme, fuimos a comer y me hablaste la mitad de la cena de tu amiga Betania, juro que me moría de celos y el estomago me ardía más de lo normal, me sentía como un dragón a punto de escupir fuego, hubiese preferido consumirme a mi misma y volverme cenizas, al menos me hubiese ido con  el viento y la lluvia hubiese refugiado toda la rabia, y decepción que sentía esa noche. Hubo un momento que tuve que ir al baño a mirarme en el espejo y preguntarme realmente que era lo que estaba haciendo allí, escuchándote, que pretendía de ti, que pretendía de mí. Luego de eso, como dos viejas amantes con la suficiente confianza para compartir sus vicios me dijiste que te verías con ella. Yo estaba tan molesta y solo cuando dije ese "agssss por qué tienes que ir a verte con ellaaa" supe que estaba fuera de mi. En esos momentos sacabas mi lado mas horrible, me quitaba la máscara y veías como te quería, me volvía un animal mitológico realmente encantador a la vista y salvaje al tratar de domarlo, mi mente no podía con tanta carga emocional, te ibas con ella, y ya luego te irías a tu ciudad, no te vería más, te quería tanto, solo quería que me abrazaras y lo sintieras como algo más que un deseo pasajero.  Fue uno de los abrazos más raros del mundo, lo último que quería era abrazarte, sentía que te iba a prender en fuego, pero sabía lo mucho que querría abrazarte después, mis sentimientos se encontraron en ese abrazo, tu te fuiste y a las dos horas me llamaste para avisarme que ya estabas en tu casa, cuando era completamente innecesario, y decirme después de tanto tiempo "te quiero coño" cuando pensé que no lo volvería a escuchar, di brinquitos de felicidad en mi mente y dormí como una princesa nuevamente esa noche, tonta y engañada, ese dragón se durmió a mis pies en la cama sabiendo que tu me querías, me querías y que sin razón aparente yo era más que un antojo de momento.