Nunca les ha pasado que se dan cuenta en un segundo que finalmente tienen todo lo que han deseado alguna vez, ese sentimiento de una celestial plenitud, y en ese mismo instante se dan cuenta que todo lo que siempre han deseado lo han dejado de tener. Y veo naipes en el viento, yo con mi vestido blanco y mis zarcillos azules, y una fuerte brisa que me ayuda a estar en calma con mis sentimientos, me doy cuenta que me he perdido de mi propio juicio ante la reina. Y ahora me descubro sin tener derecho a pararme frente a ella y ser juzgada, sin poder excusarme, aún cuando no pensaba hacerlo. Los privilegios menos gratos, era otra cosa que no me podía dar, era triste y decepcionante, de igual manera las cartas ya estaban echadas.