No era la miel excesiva, siempre la disfrute en tus labios, fueron los malos tratos. Un crimen sin rastros, con huellas en mi piel. No he aprendido a que no me duela una traición cuando algo realmente me importa, a pesar de yo haber engañado o a pesar de que engañaré Y tal vez tratando de sacarme una espina terminé clavándome otras, atrapada en un matorral. Entendí que lo más fácil en esta vida de conseguir es el sexo, pero lo tuyo era algo completamente diferente, encontrarte a ti, solo estaría cerca de eso a cien años luz. Tal vez se hubiera podido haber evitado con una bala cargada de verdad en el momento perfecto, pero el ayer y el hoy se ven tan turbios que el peso de la culpa era el sosiego de mis mejillas mojadas de coraje. Comprendí que la verdad se lee en los errores y no en las disculpas, comprendí que no era necesario que te dieras cuenta por qué estuviste ausente. Comprendí que el contrato estaba roto y no había derechos a reclamos eso era un "entonces" y en ese entonces tu eras un "fue". Yo solo era un desfile de pedazos, una estela de hermosos cristales de un vaso lleno que tiraste a un lado sin siquiera cortarte, mientras yo quedaba quebrada. Mi decidir de liberarme en cada paso me hacía más esclava de ti, al conocer mis sentimientos en su transparencia. Lo patético acaricia al sentimiento sólo por la desesperación de poseer un objeto de deseo que no nos pertenece. Y sí, volviste y lograste unir mis partículas, sin mayor esfuerzo que entregarte, fue ese el acto perfecto, cuando me llegaron tus detalles y me di cuenta que no estaba rota, estaba enamorada. Y si duelo tanto para llegar a desarmarte, recuerda que eres una mujer fuerte, y mi amor, amor, cargada de tantas cosas una simple palabra, vaya que es fortaleza. Dicen que quién se acuerda del daño es quién lo padeció, no quién lo ejecutó, vale ese era un bolso muy pesado para hacerle espacio, siempre lo llevaba presente en mi equipaje "ligero". Y finalmente entiendo cuando la madurez de tu rabia la confundo con una indiferencia que indigna, yo no trataré de estimular, no quiero romperte en mil pedazos, ni coleccionar tus lágrimas. No quiero repetir el mismo número, ni incitar a la prolongación de un monólogo que se vuelve aburrido y da lástima. Si el camino ya finalizo no me humillaré, de eso tuve que aprender a los golpes, de las humillaciones y los desamores. Cuando el amor se convierte en un contrato cada cláusula es totalmente corruptible, y en mi caso no necesito que atasques mi buzón de entrada con quejas para sentir algo de atención, el silencio como siempre dice demasiado, y sabe cuando callar. No te quiero mirar de reojo como el espejo quebrado que busca juntar sus pedazos. Y así alcanzaste mi entrega y supiste de mis demonios, pero también de mi pureza.
Britanny Noapte.