ella dice que no era su tipo, pero también me dijo que le gusté.
Nunca la entenderé, tal vez soy como esos helados con doble capa de vainilla
y una cereza con sirope derretido en el centro, tal vez sea uno de esos frapes de parchita,
que terminan sabiendo a mora, como sea, aún así me enamoró.
Me enamoré como tonta, llevando una mariposa en la nariz,
y trenzandome el pelo con sus besos.
Ahora quisiera que viniera a deshacerme el amor, pero se que no es tan fácil
que lo único que ella puede hacer es despertar huracanes y descubrir volcanes ocultos en mi piel.
Mientras más odiosa se vuelve más descubro que está clavada adentro de mí y que no me la puedo sacar, es que soy terca.
Aunque el bar estaba lleno de gente aquella noche y el ruido de sus voces tapaba cualquier intento de conversación, aunque la música quería reventarnos los tímpanos en esa discoteca de malamuerte... Hay sonaba una canción en mi cabeza que sobresale, desde entonces, y para siempre por encima de todo eso.
con esa que te invité a bailar y me invitaste a formar parte de algo más.
Era su cuerpo llamándo al mio, nunca fuiste tú, era como uno de sus
ataques de honestidad que son como dagas frías, como sus gestos
exasperantes que me ponen de mal humor.
En ese taxi, aquella noche mañana de primavera, sonaba a todo volumen más alto incluso que mi propia voz, tu voz.