domingo, 17 de noviembre de 2013


Te extraño.


El dolor está.
Y tu sonrisa,
y la ausencia tangible,
y tu gesto,
y el recuerdo vívido,
y el no vivido también,
y tu nobleza,
y las trampas,
y la necesidad de que estés,
y tu legado,
y el enojo por lo irremediable,
y tus caricias torpes,
y el tiempo que pasa,
y tu paciencia,
y la angustia que anuda,
y tu mirada en llamas,
y las lágrimas que brotan,
y las dificultades,
y tu siempre estas.

Tu siempre estas,
siempre, siempre.
Aunque el tiempo pase
y nadie sea quien era.
Aunque ni siquiera seas.

Te extraño tanto.